Colaboración de Marie Lissette Alvarado
Tengo una pasión por las lepidópteras, especialmente por las monarcas.
Tal vez existen
mariposas mucho más hermosas, pero es que la primera mariposa que cuidé y logré
verla partir fue una de esta especie, la llamé “Chavela”;
desde entonces mi amigo y tutor Jav
me ha ayudado con la adquisición de plantas,
literatura y accesorios para tener una especie de “mariposario
a cielo abierto”.
Así que tengo en el
patio de mi casa, desde hace unos meses, lo que llamaría una pequeña plantación
de unas 10 matas de asclepias curasávica
ya que son perfectas hospederas para el desarrollo de los huevecillos y orugas
de la mariposa monarca .
La primera
floración se produjo aproximadamente a finales de enero, por fortuna, las
monarcas no se resistieron a la oportunidad de visitarlas y depositar su
descendencia en ellas.
En cuestión de una semana las orugas recorrían todas las
plantas posibles devorando las hojas a su paso con tal de alcanzar un buen
tamaño y peso (calculo que pueden alcanzar unos cinco centímetros de longitud
por un centímetro de diámetro, aunque he notado que algunas no tienen la dicha
de alcanzar esas dimensiones), casi extinguen mis plantas.
Cuando tenía
tiempo, trataba de ahuyentar a los pájaros que las consideran un manjar y
cuando veía a las rapaces hurgando entre las plantas corría a espantarlos,
tarea casi imposible pues tendría que estar como centinela custodiándolas
prácticamente todo el día.
En fin, las que
lograron sobrevivir comenzaron su éxodo para iniciar su siguiente etapa; la de
convertirse en crisálidas. Debo haber contado más de 30, unas alcanzaron los
lugares más inusuales, otras los más inaccesibles para los pájaros, otras
tomaron las cosas con calma y se colgaron en lugares cercanos a las plantas, lo que me permitía observarlas
con toda comodidad.
Para quienes
disfrutan de la observación y aprender de la naturaleza las lecciones que ella
ofrece nunca se acaban, nunca se termina de ampliar el conocimiento y para mí
es uno de los principales ingredientes de la vida.
En este punto, la
mariposa está totalmente indefensa pues está iniciando su etapa final, es
impresionante ver este proceso: una vez que la oruga encuentra un lugar donde
anclarse segrega por su parte posterior una sustancia fuertemente pegajosa donde
fijará sus últimas patitas traseras, es muy importante que la oruga esté
firmemente sujeta a una superficie que ella considere estable, porque cuando tenga que romper la crisálida
es vital tener un buen soporte.
El resto del cuerpo lentamente se desprenderá
y se quedará colgando en forma de una J
con su cabeza suspendida hacia abajo. Así permanecerá por un lapso aproximado
de una hora o más, todo depende de la oruga y de su condición.
De pronto, el
brillante y hermoso color entre franjas verdes y negras que la caracteriza comienza a oscurecerse; el
proceso se ha iniciado entre cortos lapsos de tiempo, a veces la oruga tiende a
realizar una serie de movimientos como de “retorcijones”, de inmediato,
iniciando por la cabeza y recorriendo su espalda, la piel del animal se rompe y
se comienza a apreciar la crisálida, que seguirá retorciéndose a intervalos
hasta lograr desprenderse de la vieja piel y quedar dentro de su incubadora de
un hermoso color verde jade con unos brillantes puntos dorados cual collar de
perlas en la parte superior, descubrí que mientras se mantenga con ese tono
brillante jade, la crisálida está bien.
Lamentablemente en esta etapa muchas
mueren; pareciera que algún tipo de insecto (mosca, avispa, o cualquier otro)
se aprovecha de su vulnerabilidad y las pica, inyectándole sus huevecillos.
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"Anita" con problemas. Las alas están rírgidas, antes de desplegarse completamente. |
Cuando esto ocurre
la mariposa está condenada a ser el platillo principal de su indeseable huésped
que aparentemente se desarrolla mucho más rápido que ella, porque me encontré
que algunas crisálidas tenían a un lado un hueco por donde el depredador se
liberó dejando una acuosa y desagradable cosa de color negro que más bien
parecía una bolsa de basura.
Otras simplemente
no lograron el proceso metamórfico y se volvieron completamente de color negro
oscuro, pero no les encontré huecos u otro daño que explicara se muerte, pienso
que cumplieron con el proceso pero posiblemente no reunían las condiciones
apropiadas para continuar con su desarrollo.
Pero muchas
lograron finalizar su metamorfosis. ¡Lograr ver esta última etapa es toda una
experiencia!
Cuando la mariposa
rompe la crisálida siempre lo hace por la parte de abajo para salir de cabeza,
se derrama un líquido (digamos como cuando los mamíferos rompen fuente al
momento que se empiezan a liberar de la placenta) dicho líquido lubrica a las
alas para que no se dañen pues vienen “empaquetadas” como un paracaídas y deben
de desplegarse sin sufrir daños (bueno… eso es lo ideal) ya que su
supervivencia dependerá completamente de ellas.
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"Anita" no logró desplegar a tiempo sus alas. |
Al terminar de sacar todo su cuerpo, su abdomen
viene tan hinchado como el de una avispa, la razón es que dentro de su vientre
viene todo el suministro de fluidos que deberá de bombear hacia las alas para
que se abran y fortalezcan de manera apropiada. Todo este trabajo debe
desarrollarlo estando de cabeza para que la gravedad le ayude a su propósito.
Aún en este
momento, la mariposa está débil e indefensa, su único objetivo es abanicar
suavemente sus alas, cuando se siente lista, comienza a revolotear y a posarse
por todas partes, no solo pareciera una práctica de vuelo, sino que también es
como si reconociera el lugar y trazara en su mente un mapa de la zona después
de un buen rato de hacer esto se alejan.
Pero esto es en el
mejor de los casos; ¿recuerdan que comenté que algunas se colgaron en lugares
inaccesibles para los pájaros? Pues también se convirtió en el lugar más
inapropiado para nacer, varias monarcas quedaron atrapadas dentro de una
pequeña bolsa plástica llena de retazos de cerámica, lo que impidió que al salir
de su crisálida pudieran desplegar sus alas, fue muy acongojante ver que eran
mariposas sanas y fuertes pero sus alas estaban especialmente desfiguradas en
las puntas, e incluso parcialmente rotas.
La primera que
encontré en tan terrible condición le llamé Anita y posteriormente
encontré las otras 3 hermanas que se encontraban casi en la misma situación.
Rápido busqué una
caja con cedazo que tengo a modo de pequeño mariposario, una maternidad para
emergencias, las coloqué dentro de la misma y les proporcioné un pequeño
recipiente con agua azucarada. Como la caja es de cartón, es muy liviana y
cómoda de manipular, así que en las mañanas las sacaba para que recibieran sol
y el viento las animara. Allí sabía que estaban seguras de cualquier
depredador, incluso por las noches las dejaba dentro de la casa y en un lugar
cerrado les permitía estar fuera de su refugio por un rato para que movieran
las alas y se ejercitaran.
Pero es un hecho
que si al nacer las alas se deforman ya no tiene solución, porque al nacer son
sumamente suaves y delicadas, pero al estar en contacto con el aire se vuelven
muy resistentes y ya no hay forma de cambiar cualquier deformación que traiga o
que les ocurra.
Busqué por internet
alguna ayuda y la que me encontré requería de alas de otras mariposas para
efectuar la arriesgada restauración.
Por desgracia, ni
tenía el material ni las agallas para realizar una operación de ese tipo, así
que cuatro días después de estar brindándoles cuidado….Murieron.
Otro caso que
lastimosamente me encontré fue el de una monarca que solo logró sacar la mitad
de su cuerpo de la crisálida y por alguna inexplicable razón también murió;
¿tal vez estaba débil?, ¿fue picada de manera tardía y su asesino no pudo
comérsela por completo y ella solo logró sacar la parte que le quedaba? Esto
último me parece tan macabro como una película de terror sobre alienígenas,
pero aún no tengo las respuestas.
Esta vez mi hija se
mostró mucho más interesada por esta generación de monarcas desde un principio, las contó, tomó
fotos y videos de la etapa larva-pupa (unos dos minutos). De la crisálida ya
con las alas negras y rojas casi totalmente desarrolladas, pero aún dentro de
la “envoltura uterina” y, desde
luego del nacimiento.
Ya fuera como
terminase el ciclo de las monarcas, pocas lograron secar sus alas y volaron
libres para vivir la aventura de una nueva vida.
Ahora las plantas
están creciendo de nuevo, las hojas están brotando, en espera de las hermanas
o primas de Anita, o nietas de la abuela Chavela.