Hace dos años sembré en el pequeñísimo patio de mi casa tres plantas de higo, porque me gusta mucho esa
fruta (o infrutescencia),
pero aquí casi solo se consigue en conserva, y hasta llena de azúcar. Había comido una en Puebla, México y por
primera vez (en vivo tomada de la planta), en casa de una amiga, de un tamaño apreciable,
un espléndido color morado y un sabor exquisito. Le recomiendo tener una
higuera en su huerto.
Las dos plantas que me obsequió mi amiga han crecido bien, hermosas y fuertes, la que compré en la feria del agricultor de Zapote, a pesar de que en su momento lucían dos higos, no ha progresado.
Las dos plantas que me obsequió mi amiga han crecido bien, hermosas y fuertes, la que compré en la feria del agricultor de Zapote, a pesar de que en su momento lucían dos higos, no ha progresado.
En octubre del 2012 observé una interesante
larva en una de las
plantas, de un color verde como las hojas de la higuera, con unas delgadas
franjas amarillas y del largo y grueso de mi dedo menique, quizás tenía unos
quince días de haber eclosionado del huevo.
Mi interés por llegar a ver el
nacimiento del adulto hizo que la cuidara con cierto esmero, que vigilara sus
frecuentes migraciones (siempre entre las hojas de higo) y que le tomara fotos
con frecuencia para seguir su crecimiento. Le cuento que comen bastante y las ‘caquitas’
son grandes, como el triple de las de monarca. A veces seguían alimentándose vorazmente
aun si estaba cerca, pero otras veces se quedaban estáticas por mucho rato, con
la cabeza algo separada del resto de la rama, como si estuviesen orando.
No sabía a qué especie pertenecía
hasta que le consulte a Isidro Chacón del INBio
y quien me indico su nombre científico: Pachylia ficus. Luego,
por casualidad, en una visita al Museo de
Insectos de la UCR, encontré dos especímenes bien aseguradas con su respectivo
alfiler.
Luego apareció otra larva más pequeña
que también vi crecer, pero lo que sigue no sé si contárselo con fotografías. Resulta
que la primera posiblemente fue parasitada por una mosca o avispa, no lo sé y
me tocó verla morir en uno o dos días. La segunda desapareció poco después, a
lo mejor se la comió uno de los yigüirros
que les proporciono fruta todos los días, o un zanate.
Que hermosa historia, yo también tengo una bella historia de orugas con mis alumnos.
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